Los Besos que Fallan


Tienes a tu hijo pequeño metido en la cama,
dispuesto a dormir.
Le vas a dar las buenas noches.

Le pides un beso de buenas noches,
y te acercas poco a poco a sus labios,
pero en el último momento desvias la dirección
y le besas la oreja
mientras lanzas una exclamación de sorpresa
ante el error de puntería cometido.

Lo repites varias veces,
errando aleatoriamente
a la izquierda,
derecha,
arriba
abajo,
soportando sus risas de burla ante tu torpeza.

Intentas apuntar
trazando una linea con tus dedos
desde tus labios hasta los suyos.

O intentas acertar mediante acercamientos progresivos.

Nada. Siempre fallas sus labios.

Finalmente, le aseguras que vas a hacer el recorrido muy lentamente,
para no fallar.

Vas recorriendo muy, muy despacio,
cuanto más despacio mejor,
los escasos centímetros que separan vuestros rostros
mientras él espera tu beso.

Fíjate entonces en su mirada,
fija, expectante, atemporal,
receptiva, confiada, sincera.
Y disfrútala.

Todo un placer,
los besos que fallan.


No hay comentarios:

Publicar un comentario