Generosidad y desinterés


Me gusta ser generoso
y desinteresado.

Pero me molesta
que no sean generosos
y desinteresados conmigo.

Luego no soy tan generoso
y desinteresado.


La ventana de fama


Algunas personas que van a los conciertos
parece que se esfuercen en ser los primeros en aplaudir
y vitorear al intérprete al terminar una pieza.

Es como si quisieran apropiarse
de esa pequeña ventana de silencio y atención
que se produce entre el final de la obra
y el romper del aplauso general.

Uno diria que lo hacen para hacerse notar.
Pero tal vez se trate simplemente
de un intento, quizás inconsciente,
de individualizar ese reconocimiento
al interprete y al compositor
que supone el aplauso.


Lluvia por celos


Tras mi regreso de unos días
en la lluviosa Santiago de Compostela,
Valencia me obsequia con una fina lluvia
para que no eche de menos el suelo mojado,
como una novia que se esfuerza por demostrarte
que no hay nada en la otra que ella no pueda darte también.

Unos dias despues, en Valencia ya no llueve.
Esta novia ha dejado ya de esforzarse.
Ha visto que no voy a cambiarla por la otra.


La separación


Me produce un enorme desasosiego
sentir cómo la separación
desdibuja el rostro de los seres queridos
en la memoria.


El Rechazo


Sentir como si se hubiera acercado a ti
con sus trenzas y ese aspecto angelical
y, sin dejar de sonreír,
hubiera hundido su mano en tu pecho,
agarrándote el alma y zarandeándola.


Las partituras musicales


¡Qué maravillosas las partitorturas!

Estuve todo un día escuchando un tema,
con la melodía en la cabeza,
intentando sacar de oído la línea del cello,
hasta que se me ocurrió buscar la partitura.

Cuando escuché la pieza
al mismo tiempo que iba leyendo las notas,
fue como alquien a quien le dan una calculadora
después de haber estado calculando de cabeza.

Reconozco que puede parecer una tontería,
pero yo siempre he funcionado de oido.
Fue como ver el cielo.


Gente que te cruzas


Piensa
en toda la gente
que te has cruzado hoy por la calle.

Ahora piensa
en cuántas de esas personas
anhelan lo mismo que tú
y aun así os habéis cruzado como absolutos extraños.


Feos y modernos


Esa pareja de jóvenes poco agraciados
cogidos de la mano en un pub de moda.
Felices.
Lo siento por vosotros, modernos.


Salir y escupir


Salir,
y envidiar a los camareros de los restaurantes caros
por las muchas posibilidades de venganza social que tienen.


El verdor en los ojos


Tengo la costumbre de levantar la vista del libro que leo en el autobús
y abrir bien los ojos para ver las hojas de los árboles
cuando pasamos por una zona verde.

Puede que eso suponga algún beneficio para la salud
debido al mucho tiempo que la luz de ese color
ha impresionado la retina de los humanos
a lo largo de millones de años de evolución.


Ilusión y deseo


Esa encantadora e ilusionante,
aunque engañosa,
condescendencia y amabilidad
con que las chicas jóvenes
tratan a los hombres maduros.


Salir y mirar


Salir
y que el único ser que te mire fijamente a los ojos
sea el perro del cliente de un bar donde tomas una tapa.

Pensar
que si eso te sorprende
es porque aún no eres demasiado mayor.

Hay días mejores...


Luces absurdas y puertas estúpidas


¿Sabéis de esas luces del interior de los coches
que tienen tres posiciones según se quiera tenerlas:
siempre encendidas, siempre apagadas
o que se enciendan cuando se abre una puerta?

Pues él las tenía siempre en posición apagada
porque le parecía absurdo delegar
en un objeto estúpido e inerte como una puerta
la decisión de encender o apagar la luz.

Un día al subir al coche se dio cuenta
de que las luces estaban en la posicion absurda
y recordó que debía haber sido una persona
que conoció la noche anterior
y que le había causado muy buena impresión.

A partir de entonces las dejó así porque de este modo
cada vez que se abría una puerta del coche
él se acordaba, absurdamente, de aquella persona.
Y las puertas ya no le parecían tan estúpidas.


La Imagen en la Memoria


Lo peor
es que ahora te parece verla
en cada mujer que encuentras.

Y sin embargo
todas te parecen reflejos suyos,
parciales, incompletos, inacabados.

Fallidos intentos de alcanzar
su perfección en tu memoria.


Diferencias de grado


Me gusta considerar la relación que hay
entre el rock y la música clásica
como algo similar a la que hay
entre un chiste y una novela o un ensayo.

Los dos últimos son superiores, sí,
pero un chiste es muchas veces,
tal vez las más,
más apropiado.


Interconexión


Con el tiempo,
hasta los fenómenos más dispares
van quedando conectados,
y todo va recibiendo su explicación necesaria.


El Negocio del Sexo


Ese evidente aunque por muchos inadvertido reclamo sexual
de los centros comerciales y las tiendas de ropa de moda.


La Claridad de las Alturas


Observar, desde la oscura penumbra del suelo,
las brillantes hojas de las copas de los árboles,
iluminadas por el sol.


El porqué del poder de la música


Siempre me ha parecido maravillosa la capacidad que tiene la música para despertar emociones y sentimientos en el ser humano, su facilidad para cambiar en un instante nuestro estado de ánimo y de percepción. Creo que tiene más potencia que otras artes para influir en nosotros. No hay más que pensar en el gran papel que cumple la música en nuestras películas de cine favoritas, o en lo poco que importa la letra en muchas de nuestras más queridas canciones. ¿Imagináis a alguien contemplando extasiado un libro escrito en un idioma que no entiende, tal y como hacemos con algunas canciones?

Aunque sería un tema interesante de discusión para otro momento, considero que los demás animales no pueden apreciar la música como nosotros y que, por consiguiente, no se ven influidos por ella en el mismo grado que nosotros. ¿Cuál es el motivo, pues, de tal poder de la música sobre el animal humano en concreto? Mi opinión es que la intensa relación del ser humano con la música es un subproducto del desarrollo evolutivo de la capacidad del ser humano para captar e interpretar los componentes no semánticos del lenguaje, y de reaccionar emocionalmente ante ellos.

La comunicación humana puede suponerse compuesta por un componente verbal (el lenguaje) y otro no verbal (gestual). El componente verbal puede suponerse, a su vez, formado por un componente semántico (el significado de las palabras), objetivo y evidente, y otro no semántico (tono, timbre, volumen, ritmo, cadencia, pausas, etc.), mucho más sutil.

La tesis que defiendo es que en el curso de la evolución del lenguaje en el ser humano, éste ha tenido que desarrollar paralelamente la capacidad de captar e interpretar esos sutiles elementos no semánticos, y de reaccionar ante ellos. Sobre todo cuando dichos elementos pueden suponer la clave para detectar si el que nos está hablando miente o no. Porque los elementos semánticos del lenguaje, las palabras, se pueden escoger arbitrariamente según los intereses del que habla. Y esos intereses en un momento dado pueden inducir a mentir. Los elementos no semánticos, en cambio, dependen más directamente de los factores fisiológicos y emocionales, y menos de las decisiones conscientes y voluntarias. Uno puede estar muerto de miedo y articular las palabras 'no tengo miedo'. Lo que no podrá hacer tan fácilmente es decirlas sin emplear un tono agudo y tembloroso. Es por ello que debe ser altamente adaptativo el desarrollar una buena capacidad para captar el componente no semántico del lenguaje hablado.

Si aceptamos esto, parece lógico pensar que cuando esta hiper-desarrollada capacidad de detectar y reaccionar ante pequeños y sutiles cambios en los tonos, los volumenes, los ritmos, las cadencias y las pausas del lenguaje hablado se ve enfrentada a la enorme variación e intensidad de dichos elementos que existe en la música, el resultado sea una explosión en la intensidad de las emociones producidas. Es algo así como si a un animal que ha desarrollado un olfato capaz de detectar pequeñísimas cantidades de azúcar en los frutos silvestres porque su supervivencia depende de ser capaz de encontrarlos, se le ofreciera de repente un pastel de chocolate, cubierto de mermelada de frutas diversas, con adornos de nata batida y coronado con caramelo líquido. Me lo imagino comiéndoselo con los ojos saliéndose de las órbitas, extasiado, y al borde del colapso emocional. ¿No es eso lo que ocurre con algunas canciones?


Los Besos que Fallan


Tienes a tu hijo pequeño metido en la cama,
dispuesto a dormir.
Le vas a dar las buenas noches.

Le pides un beso de buenas noches,
y te acercas poco a poco a sus labios,
pero en el último momento desvias la dirección
y le besas la oreja
mientras lanzas una exclamación de sorpresa
ante el error de puntería cometido.

Lo repites varias veces,
errando aleatoriamente
a la izquierda,
derecha,
arriba
abajo,
soportando sus risas de burla ante tu torpeza.

Intentas apuntar
trazando una linea con tus dedos
desde tus labios hasta los suyos.

O intentas acertar mediante acercamientos progresivos.

Nada. Siempre fallas sus labios.

Finalmente, le aseguras que vas a hacer el recorrido muy lentamente,
para no fallar.

Vas recorriendo muy, muy despacio,
cuanto más despacio mejor,
los escasos centímetros que separan vuestros rostros
mientras él espera tu beso.

Fíjate entonces en su mirada,
fija, expectante, atemporal,
receptiva, confiada, sincera.
Y disfrútala.

Todo un placer,
los besos que fallan.


Evolución


Si no eres más que tus padres
es un fracaso tuyo...
o de tus padres.


Genios y turistas


Me despido de Viena visitando las estatuas de Beethoven y Schubert, y escuchando frente a ellos, con los ojos húmedos por el fuerte sentimiento de inmortalidad que me transmiten, dos de sus grandes obras: la 'Gran Fuga' del primero, y el 'Improptu Op. 90' del segundo.

Me irrito de nuevo contra los turistas, esta vez por su fugaz, y por ello irrespetuosa, visita a las estatuas de estos dos grandes genios. Como siempre, justo el tiempo necesario para hacerse una foto ante la estatua, dando la espalda al compositor.

Estaba deseando que alguno de los que venían en pareja se acercara a mi para pedirme que les hiciera una foto a los dos (a los tres) juntos. Ya tenia preparada en inglés la perorata que les iba a soltar mientras me negaba a ayudarles a no ser que demostraran auténtica admiración por el compositor en cuestión permaneciendo más tiempo junto al mismo o, si tenían prisa, citando al menos cinco de sus obras o, en su defecto, entonando los temas principales de las mismas. Esto ultimo iba a ser desde luego mucho más divertido...

Afortunadamente para mi, porque no tengo tantos arrestos, y porque tiendo a huir de las situaciones conflictivas, nadie requirió de mis servicios. Y ello a pesar de que vi a un par de parejas mirar en derredor antes de hacerse la foto por separado. Tal vez repararan en mi expresión y sea cierto eso de que el rostro es el espejo del alma. Y eso que ese día me había afeitado...


Músicas nuevas


El plato fuerte para mi gusto en cuanto a los músicos callejeros que encontré en Viena fue una pareja de jóvenes con aspecto 'okupa' tocando al saxo, él, y al oboe, ella, temas al estilo de los compositores clásicos del siglo XX, con un alto grado de improvisación y un intenso diálogo entre ellos.

Por supuesto, en el estuche abierto que los músicos callejeros suelen dejar delante de ellos para que los oyentes puedan demostrarles su gratitud, tan solo cayeron las monedas que yo les dejé, casi avergonzado por sacar tanto por tan poco.

El resto de la gente no sólo no se detenía ni tan siquiera para hacerles una foto (lo cual yo, desde luego, agradecía enormemente), sino que muchos de ellos hacían incluso gestos de burla o incluso desprecio, imagino que por lo inusual del repertorio y del aspecto de los intérpretes.

La ignorancia a veces provoca crueldad, sobre todo cuando se reviste de pretendida sabiduría.

Desde luego que a los músicos no parecía importarles demasiado, sino todo lo contrario. Tal vez compartieran conmigo ese especial gusto por el desprecio que proviene de los mediocres.


Viaje a Viena: decepción y aprendizaje.


La decepción: Llego a Viena esperando escuchar un cuarteto de cuerdas en cada esquina y en cada bar,
y no encuentro más que caros espectáculos enlatados para turistas,
con orquestas que sólo tocan Mozart y Strauss,
disfrazados con trajes de época,
al estilo de cualquier vulgar parque temático.

El aprendizaje: Tras varias horas de búsqueda,
renuncio a encontrar músicos en vivo de mi agrado
y me siento en un banco a tomar una cerveza.
Se me acerca un borracho con una armónica,
le invito a un cigarrillo
y me obsequia con un extenso repertorio
de canciones folklóricas austriacas.
Inolvidable.

Nunca se sabe...


El turismo


No me gusta viajar porque sí.
En realidad lo que no me gusta es el turismo.
Se me antoja una especie de moderno imperialismo
desconsiderado con los lugares que invade.
Gente de todo tipo integra auténticas hordas de turistas
que diluyen la verdadera idiosincrasia del viajero.

Definitivamente, no soporto a los turistas.
Pasan más tiempo haciendo fotos que observando,
como si creyeran que la esencia de las obras
puede ser reducida a una imagen bidimensonal.
¿Dónde quedan entonces la profundidad,
el tamaño, el sonido (sobre todo, éste),
la temperatura, el devenir con el paso del día,
de las estaciones?

Y qué decir de su actitud con los músicos callejeros,
incluso aquí en Viena.
Algunos, los más, se paran tan solo para fotografiarlos,
como hacen con los monumentos,
ni siquiera se detienen a escucharlos.
Y mucho menos les entregan algún dinero.
Es como si pensaran que cualquier cosa que hagan en el viaje que no sea hacer fotos
no les sirve porque no queda demostración material de ello.

Esta cultura materialista...


Melodías infinitas


Siempre que contemplo el curso de un río,
con su constante devenir,
me sobrecoge el pensar que ese fluir del agua
ha estado y estará ahí, contínuo, ininterrumpido,
durante cientos de años.

Lo mismo me ocurre con el interminable
y rítmico batir de las olas en la costa,
produciendo una melodía infinita,
indiferente a la presencia o no de algun oyente,
como las ratas de la Fontana de Trevi en Roma,
'indiferentes a las idas y venidas de los hombres,...'.

Espero que nuestra locura depredadora
no convierta tales melodías en simple ruido de fondo.
De momento ya hemos conseguido convertir en grises
las aguas del Danubio a su paso por Viena,
este río que ahora contemplo
y que Strauss pintó de azul en su famoso vals.


Las ratas de la Fontana de Trevi


Me quedo por la noche en la Fontana de Trevi,
cuando los turistas ya han desaparecido,
observando el ir y venir de las ratas,
subiendo por los escalones,
apareciendo de las ventanas y entre las estatuas,
entrando y saliendo por los distintos agujeros,
como en el juego de las mil puertas.

Llevan cientos de años
ocupando el subsuelo de la plaza,
indiferentes a las idas y venidas de los hombres,
a sus sueños y deseos,
a los cambios en sus ideas y estilos de vida.

Me quedo hasta que incluso ellas
han regresado a sus guaridas,
cumplidas al parecer
con una simple satisfacción fisiológica
que yo no alcanzo
a considerar suficiente.


El ciclo de la vida


A veces veo gente,
y creo que ya la conozco,
y no sé si es simplemente
que el ciclo ha dado ya la vuelta entera,
y los caracteres vuelven a aparecer,
una vez y otra,
y otra vez...


Submundos y barreras


Recital de piano en una tienda musical
de un barrio periférico.

Dentro, la parafernalia del estatus socioeconómico
normalmente ligado a la música clásica.
Fuera, gente del barrio, humilde, paseando,
se asoma curiosa por el cristal del escaparate.

Un frágil cristal separando dos mundos.
Cuántos mundos deben estar separados
por frágiles barreras, incluso falsas.


Ligamiento mémico


Existe un ligamiento entre conceptos,
ideologías, ideas y costumbres,
similar al ligamiento génico
que existe entre los genes.

Siempre parecen ir juntos,
aunque en realidad son independientes.
Como la música clásica y el estatus socioeconómico.

La rotura del desequilibrio de ligamiento
como búsqueda del aumento de los grados de libertad.


Ingeniería musical inversa


La transcripción para piano de Liszt
de la Quinta Sinfonía de Beethoven
me hace imaginar a este último
componiendo la gran obra.

Algo parecido a la ingeniería inversa
en el desarrollo del software.


La erótica de la lectura


No comprendo por qué no se ve
a más gente leyendo por la calle,
en el autobus, en los parques,
en los bares...


Primer movimiento de la Cuarta Sinfonía de Beethoven


Primer movimiento de la Cuarta Sinfonía de Beethoven.

Introducción larga, confiada,
sin miedo a hacerse pesada,
sin miedo a aburrir.

Diferente de la música moderna,
publicitaria, rápida, ansiosa,
temerosa de perder la ventana de audiencia,
insegura.


Madurez y encanto


Esa velada voluntad de amor y cariño
que despiden algunas mujeres maduras,
inseguras por el paso del tiempo,
traicionadas por la moderna exaltación tiránica de la juventud,
apenas vislumbrando el valor que poseen.


Románticos y modernos

.
Imagino a Schubert, junto a otros artistas románticos de vida intensa y muerte prematura, partiéndose de risa el escuchar a muchos ídolos modernos autoproclamarse pioneros del comportamiento desenfrendado y transgresor.

La ignorancia de la Historia provoca situaciones cómicas.
.

Nunca se sabe...

.
Cuando parece que todo ha terminado,
que más vale la pena retirarse,
que por delante ya no hay más luz,
un intento más...

Otro lugar, otra cerveza, otra tapa,
otra música, otra gente, otras vidas,
otra luz que se abre por delante...

Sorprende entonces pensar
lo cercanas que estaban las sombras.
.