Músicas nuevas


El plato fuerte para mi gusto en cuanto a los músicos callejeros que encontré en Viena fue una pareja de jóvenes con aspecto 'okupa' tocando al saxo, él, y al oboe, ella, temas al estilo de los compositores clásicos del siglo XX, con un alto grado de improvisación y un intenso diálogo entre ellos.

Por supuesto, en el estuche abierto que los músicos callejeros suelen dejar delante de ellos para que los oyentes puedan demostrarles su gratitud, tan solo cayeron las monedas que yo les dejé, casi avergonzado por sacar tanto por tan poco.

El resto de la gente no sólo no se detenía ni tan siquiera para hacerles una foto (lo cual yo, desde luego, agradecía enormemente), sino que muchos de ellos hacían incluso gestos de burla o incluso desprecio, imagino que por lo inusual del repertorio y del aspecto de los intérpretes.

La ignorancia a veces provoca crueldad, sobre todo cuando se reviste de pretendida sabiduría.

Desde luego que a los músicos no parecía importarles demasiado, sino todo lo contrario. Tal vez compartieran conmigo ese especial gusto por el desprecio que proviene de los mediocres.


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