Melodías infinitas


Siempre que contemplo el curso de un río,
con su constante devenir,
me sobrecoge el pensar que ese fluir del agua
ha estado y estará ahí, contínuo, ininterrumpido,
durante cientos de años.

Lo mismo me ocurre con el interminable
y rítmico batir de las olas en la costa,
produciendo una melodía infinita,
indiferente a la presencia o no de algun oyente,
como las ratas de la Fontana de Trevi en Roma,
'indiferentes a las idas y venidas de los hombres,...'.

Espero que nuestra locura depredadora
no convierta tales melodías en simple ruido de fondo.
De momento ya hemos conseguido convertir en grises
las aguas del Danubio a su paso por Viena,
este río que ahora contemplo
y que Strauss pintó de azul en su famoso vals.


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